Saturday, April 09, 2005

Idus de marzo

A los mal idus de marzo y bienvenidus de abril


Desde el otro México, verdad, verdad...En la era de las leyes de reforma o la herencia del binomio patriótico Lerdo Juárez (que iniciara en 1856 y no después ni antes.)


A la prensa libertina, adoradora de la fruta espinosa que algunos mientan tuna y otros mientan chayote



Pido disculpas a mis amigos de acande [coloquial arbitrario para diferenciar del allende la patria] las fronteras porque este escrito concéntrase de nuevo en una población, querida, que acaba de ser sacudida por el torbellino de sus emociones. Hubo lugar, no ha muchos días, por ahí por el célebre ido correspondiente a este mes, un tremendo festoretín, con cantantes de primera línea, de esos que las televisoras y la radio ensalzan pues les reportan jugosas ganancias. Me refiero a Armando Manzanero, Willie Colón y a Alberto Cortez. Pero sucede que el gobierno de Zacatecas, uno de los más afectados por la crisis del campo mexicano no debería gastar en consumir lo que las televisoras producen y tasan a precios de gran corporación, no, no, no… y menos gastarse tanto dinero en haciéndolo, visto que la mitad del pueblo emigra desesperado al otro lado y con trabajos mantiene a flote la cosecha del frijol, el ganado lechero, la casa, a los ancianos…

Abundaré en futura ocasión en los gustos de ese pueblo que va y viene, pues mmmmmm… de menos adelanto que la música cubana o la argentina difícilmente se saborea entre la tropa campesina. ¡Neta! Aunque con ello no quisiera tampoco que vuelvan los tiempos de Ricardo Primero, aquel que tan afecto fue al espectáculo grupero y las noches de gallos.

Entonces, díganme ustedes, no debería la política cultural buscar puentes afines con ese otro México tan anhelado y extrañado, en un ámbito, digamos, menos comercial y más de búsqueda. Por ejemplo, que en lugar de que la elite, por más que nos parezca numerosa la que abarrotó la Plaza de Armas, en considerando que vino de otros muchos lados del país a complacerse en tanto espectáculo, digámoslo de manera llana, de gorra, se divierta… Ante eso pedimos que no sean sólo los fuereños, también queridos, quienes se beneficien de una suerte de política poco imaginativa o poco ambiciosa que ningún esfuerzo invierte en transformar la visión que priva en muchos de salir, emigrar, para no padecer la extrema pobreza.

Cultura, queridos amigos, entre los que apelo en primerísimo lugar a la gobernadora zacatecana, no es consumir espectáculos para hacernos populares, mejor dicho, apoltronarse en caravana ajena y hacer creer a los ilusos que trabajamos todo el año en amasar estos públicos venidos de toda la república.

Cultura no es atraer muchedumbres, que se van como vinieron, con la idea equívoca de que lo mismo se divierte uno en Aguascalientes, que en San Luis, que en Guanajuato, con ese espectáculo estandar y facilón que tan comercial resulta a los explotadores de las emociones fáciles.

Cultura no es este ambulantaje de espectáculos, regenteados ahora por CONACULTA, al parecer, que dejó de promover a los escritores y pintores para comenzar a promover a los cantantes taquilleros y las obras de teatro comerciales.

Lástima que así lo piensen algunos. Aquí les va nuestra lista de deseos y aplausos para los zacatecanos que luchan por una cultura, esa sí, a la altura de tan grave momento.

Nos gustó la convocatoria de Pedro Valtierra llamando a los jóvenes a fotografiar el mundo.

Nos gustaron las propuestas callejeras de algunos grupos de teatro y de uno que otro atrevido que asumió el performance y la instalación, por fin.

Nos gustó que haya quien todavía se revela de entre los de la prensa y reporta que el festival no tuvo nada de de sustancia ni originalidad y que tampoco fue maravilloso, no obstante la inyección de chayote líquido apuntando directito a las arterias de la colegancia.

Aceptamos que hubo quien dijo gustar de la muchedumbre, no así los zacatecanos que son más bien tranquilos y que prefirieron evitarse la molestia de andar por el centro durante esos días de extrema ebullición.

Lo que preocupa desde acá, desde la gallola es que se nombre Festival Cultural a ese nuevo rubro del ambulantaje que lleva, de la seca a la meca, por toda la república, un repertorio repetido de cantantes de todos los ritmos, para el solaz de todos los mexicanos.
Y no solo digo repetido, sino que lo subrayo, porque cada vez echan mano de más atrás entre lo ya visto. Sí, sí, Alberto Cortez gusta y gustó, pero sobre todo a los adultos de la edad de mi mamá, de mis tías y de la mamá, las tías y hasta algunas abuelitas de muchos de ustedes, mis lectores.

Nos preguntamos en dónde quedan, ante tan brutal embestida, las tradiciones, la originalidad de cada entidad, el sabor de la historia y la cultura. Pero para no aburrirlos demasiado entremos en materia cortándole a este de por sí largo preámbulo. Acompáñenos.

Sean ustedes muy pero muy rebienvenidus.
La Ruda de Acaponeta, María Múzquiz y María Dolores Bolívar


Efemérides idolatoria


-¿A quién felicitamos por tan magna obra más comúnmente conocida como El Festival Cultural?

Esta voz no puede ser otra que la pagada a razón de cien pesos por minuto. Sí, sí, la misma que difunde de día y de noche que el Festival fue una maravilla y que qué bruto y que qué bárbaros, óigame usté, pero si nadien hasta ahora había logrado lo que usté logró, mi pastorcillo de públicos de todas las edades… [sic, para agregarle flavor gubernamental]

-Mire usté, le sugiero que vaya y felicite a nuestra gobernadora. De pasadita le concertamos una entrevista y usté, sin más, le suelta su admiración por mí, digo, por aquello de que vayan a querer grillarme los zacatecanos que tuvimos que relegar o eliminar del programa.

El precio de la fama

Lo bueno del festival que acaba de concluir es que ya “lo comentan” por todos los medios. Ya se dice que fue maravilloso, que será difícil superarlo, que la calidad de los participantes fue excelsa. Y como siempre, las críticas no existen, pues los medios se inundan de personas ensayadas y pagadas en la oficina del Director del Instituto Zacatecano de Cultura. O será que se las paga en Palacio de Gobierno, sin empacho alguno... (puntos suspensivos)

Bueno, bueno, no todos estamos en el mismo barco ni a todos nos gusta el rollo comercialote ya visitado y revisitado por las televisoras. Así que diremos lo que pensamos del “Festivalote” cultural y de sus huestes organizativas, para que por lo menos alguien tome la perspectiva noble del que hace preguntas-una o dos-; del que duda de vez en cuando; del que desacuerda, aunque sea para hacer aparecer como que la ley de las probabilidades existe y que la unanimidad no se logra, entre gitanos, ahora sí que ni trepando a pie varias veces el Cerro de la Bufa. Aquí va:

El choping de la cultura

Yo diría que el número de eventos se convirtió, o se afianza más bien, como la maratón internacional de la promoción cultural. La regla infalible, a juicio del director, mientras más burros más nutrido el costal de los olotes.

Y también diría que la taquilla cuenta, aunque la pague toda el estado. Lo que no me queda claro es para qué promover a Armando Manzanero. Qué tabla de prueba o de mérito público le falta a Alberto Cortez. ¿No aprendieron en aquel celebérrimo congreso de promotores culturales el abc de la promoción? Los artistas populares ya consagrados no requieren que el gobierno los promueva o de a conocer. En cambio, uno solo de ellos justifica el incremento escandaloso del presupuesto para un festival que se volvió el consumo de la cultura TELEVISA/TEVEAZTECA combinada. ¿Para qué considerar la importancia de dar a conocer lo nuevo, de promover el arte, de sacar al pueblo querido y a los propios burócratas de la inercia que les produce la televisión? ¿Para qué molestarse en indagar lo que ocurre en la cultura, las propuestas, las innovaciones? Lo facilito, lo que no requiere de esfuerzo, es traer a quien/es la mayoría ya conocen. Bravo, bravo, qué buenos somos… ¿Alguien aclaró por ahí buenos para nada?

Invisibilidad de lo propio, visibilidad de lo ajeno

NO se puede esperar visibilidad de lo propio mientras quienes mantengan la medida de hierro sobre lo propio sean los empleados del Instituto Zacatecano de Cultura. Supongo que a nadie escapa que un empleado operativo no coincide, no siempre, con las necesidades y ambiciones culturales de su cuidad, de su estado. Yo creo que es obvio que tanto subdirector y coordinador y moderador y asesor del asesor del director y subdirector general de la coordinación ad hoc dio de sí… imposible improvisar más o desempeñarse mejor en base a lo que dice mi vecino, mi compadre, mi abuelito, mi secre, mi cuerpo de asesores silenciosos.

El estilo personal de organizar festivales

El estilo de Ricardo Monreal era populachero y de feria. Sus gustos eran los gruperrones, los cantores vulgarones estilo Martín Urieta. Le fascinaba el fiestón briago, con chistes picantotes e hilacha sabrosona.

El estilo de Amalia García, nuestra histórica gobernadora colocada a la izquierda del padre, es el de la melodía romántica. Abrió con Manzanero y, pueden estar seguros, se seguirá con Facundo Cabral, con Mercedes Sosa (remix) y toda la chamacada cincuentona de la peña y la bohemia.

Para mantener su puesto, el director veterinario, tan hábil en el cambio de camisa, de profesiones y de estilos, aprenderá de gustos varios. Por eso repitió el puesto. Llamó la atención a Amalia no su capacidad y, menos, su trayectoria… sino su pulcro andar neutral, ese nichichanilimonada look estándar de burócrata inexpresivo y gris… “Los que cuando hace falta reciben el grito sin chistar”, así le habrá llegado, de siete generaciones atrás, de segurito.

Primera rebanada

-Explíqueme maestro, qué es eso de que Pablo está ofendido y que lo anda ventilando en público…

-Es que se nos ha pasado rendirle un homenaje, como a otros.

-¿Homenaje por qué?

-Pues por su música, no vaya usté a creer que por esas monstruosas caricaturas que le hace a usted, a mí, a su fina hija.

-Bueno, bueno, ofrézcale el homenaje, para ver si se calla.

-Cuente con eso, mi señora gobernadora.

Caras vemos, olorcitos olemos y grandes virtudes sabemos

A todo sí, a todo a tiempo, a todo pulcro, con el ramito de flores estilo funeral colocado en medio, nunca a los lados ni ladeado… se los advierto.
Lo mismo si es festival, ponencia, congreso, reunión anual, funeral, exposición. Siempre el ramito de flores contra el fondo del mantel que lleva consigo, desde su primer empleo en el COBAEZ.

Este señor, el cheche en turno repetido, olorosito, no pierde la dirección, dice. El objetivo de su gestión no es la cultura, sino placer (en verbo transitivo) a la señora gobernadora. Su mayor temor es perder el piso, o séase, el puesto. El galenillo de las especies animales sabe lo que es quedarse sin la chamba así que hará lo que sea, literalmente, para conservar alguna. Si mañana lo enviasen a servirle a Manuel Ibarra, su enemigo y antípoda para varias vidas, lo haría con gusto. Con gusto iría de secretario operativo –chalán- de Claudia Corichi. Se apunta para ser lo que sea, secretario, guarura, director, comisionado. El sí sabe lo que es servir –su fuerte.

Diosa los forjó a imagen y semejanza de sí misma

Ahora vayamos a los coordinadores, consejeros y asesores de la imagen de la gobernadora, pues ese gallinero anda bastante desaplicadillo… o anduvo y está a punto de rehuacalearse debidamente, para seguir la ruta.

Veamos: ¿Qué pasó con Juan Carlos I, malillamente apodado el Chilango?

¿Cómo le va en el ensayo a Pepeteban, mundialmente conocido como José Esteban Martínez, pintor de pasiones guarangas y de los mares salados de varios llantos (oriundo de Morelos)?

¿Qué pasó con esa página y con tanta fotito de frente y de perfil que al final pasó a ser la típica paginita de sueños hechos realidad, eternizados en foto grande de cinco por siete?