Saturday, May 10, 2003

Serviciales, serviles, sirvientes

La fina línea divisoria entre “dígame licenciado” y “ordéneme licenciado” o el séquito inagotable de “funcionarios mande”...

Hace unos días, en la simpática columna El perico, de uno de los diarios locales de Zacatecas leí acerca de la visita del capitalino edil a Walmart. A ese propósito suspiramos, al unísono con muchas de nuestras abuelitas, bisabuelitas y tatarabuelitas “¡no hagas cosas buenas que parezcan malas!”

Miguel Alonso Reyes, presidente municipal de Zacatecas, no debería de mostrarse en sitios públicos (nada hay de más público que un supermercado), realizando tareas tan privadas como la compra de detergente, papel de baño o pasta de dientes, en compañía de su séquito de servidores (¿o eran sirvientes?)

Al respecto se antoja comentar. Antes, por allá en los legendarios tiempos del PRI, obra de Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, las corruptelas de los servidores hacían que del erario saliesen los sueldos de las empleadas domésticas, los choferes y demás servidores personales de los altos mandos.

Con el tiempo se reglamentó el asunto, a modo de cerrar esta llave abierta. La ley de responsabilidades no avala más que el chofer de la Sedagro escolte hasta el colegio a los hijos de Le Roy Barragán, ni que finanzas pague los celulares de la amante del ex de Finanzas.

Entonces –“hecha la ley, hecha la trampa”-, no queda sino preguntarse ¡¿qué nos pasa?!

En la actualidad, los funcionarios dieron con la trampa ideal, lo que no sólo revive los saqueos ya mencionados, sino que vuelve indignos los cargos de funcionarios, de cualquier nivel. Mire usted. Ahora, Miguel Alonso está rodeado de un séquito semejante al de un rey, tal y como era antes, sólo que lo camufla aparentando que estos, sirvientes, sirvientas, choferes, etceterilla, ocupan y se desempeñan en cargos reglamentarios y públicos.

Y como la arbitrariedad de cada posición deriva de que no se siguió regla alguna para elegir, como lo muestra el reciente reacomodo que, como en licuadora, mostró que los funcionarios en turno pueden desempeñarse, a cabal realidad, “de lo que sea”; éstos se ocupan sólo de ser serviles, domésticos, comedidos, oficiosos, probos, ofrecidos, obedientes, dispuestos, listos... a fin de que el Edil, literalmente, el que da y quita, no les arrebate las prebendas que puso, generosísimo, a su disposición.

Así que según la descripción de nuestra colega que consignó la visita al Walmart, entre broma y broma,... he aquí como nos imaginamos la vida diaria el Ayuntamiento.

-Señor licenciado... dígame (ingresa en el despacho del municipio el actual secretario privado, alguna vez chofer y mandadero)
-Dígale a la licenciada Yuri que venga (se refiere a su asesora de imagen, en realidad amante en turno, quien en verdad tampoco es licenciada, como no lo es su jefe)
-Sí, Mi... perdón, Lic....
-Nos vamos de gira por las colonias (cerrada de ojito que indica que se levantan las cortinas, como en el teatro, y que no van propiamente a las colonias, menos aún de gira.)
-¿Quién nos acompaña? (alude de inmediato a los ungidos el reventón..., sin duda.)
-Lizbeth Márquez (habla de la asesora de Turismo, en realidad la celestina oficial de la presidencia municipal, responsable de tan intensa política de acercamiento entre damiselas con ambición de “reina de belleza”... y que ya en el gobierno de Arturo Romo se desempeñaba con semejante afán... Y que despidió a La Guelaguetza de Zacatecas so pretexto de que estaban “gordas, chaparras y feas” las pobres “oaxaquitas), Tello (se trata del Director de Economía y Finanzas, aunque en verdad es lazarín y alcahuete)... otros más.


Y empieza el script, a cobrar vida. La gira en las colonias no es otra que un viaje al súper, para la compra que ambos, Yuri y Migue, requieren para el fin de semana, en Caxcán, también a cargo del estado. Y Liz y Tellito, van de gorra, por ello solícitos, recomiendan papel, detergentes que rinden, botanas de fácil preparación, etceterilla.

Y todos contentos, dirán quienes jamás perciben que la corrupción debe ser condenada en su más mínima expresión, que faltan a sus puestos y a sus responsabilidades estos indignos funcionarios que lo mismo navegan a las duras como tales, que se solazan desempeñando tareas sencillas, por las que cobran un mínimo de quince veces más que un empleado doméstico cualquiera.

Coincidencia, pensarán otros, que a los funcionarios en turno les guste hacer la compra con su jefe y así lo hagan en horas de recreo... Haciendo oídos sordos al hecho de que estos funcionarios no hacen sus tareas por andar ocupados en las tareas domésticas y amorosas de su jefe y que nosotros, los que pagamos impuestos, les pagamos el sueldo, como si fueran empleados domésticos de Beverly Hills.

Y qué triste que la carrera de “los jóvenes zacatecanos” (si Lizbeth Márquez, a sus entrados treinta, todavía califica para jovencita, se automotive por el desempeño “en confianza”, “entre nous” de los patrones de consumo “de sexoservicio” de su jefecillo, cuya investidura, tampoco se ve dignificada por prácticas y comparsas semejantes.

Pues así es... ¿y las prioridades de la presidencia? En Stand Bye, para cuando regresen del finde tortolitos y séquito correspondiente... y vuelvan todos a actuar de edil, de secretaria, de asesores, de directores, de secretarios, particulares o privados, etcéterón...

Y esta es la triste historia, tan triste tan triste que mueve a risa, si me insisten.

Acerca del mundo de los servicios y de los servidores domésticos...

En Perú cuando se solicita empleada se dice “cama adentro” para significar que deben alojarse en la casa donde trabajan. “Cama afuera”, en México, se refiere como “entrada por salida”

A los que sirven como administradores generales de una casa, se les llama mayordomos, palabra que se emplea también en el campo para designar a los que administran el trabajo de la cosecha o de la siembra.

En Bolivia se les dice “amitas” a las mujeres que laboran de nodrizas, alimentando cuidando a los niños que así lo requieren y cuyos padres pagan para procurarse ese servicio.

En los ranchos se llama güilas a las mujeres sexoservidoras que a cambio de favores, propios de los cuerpos, reciben una paga.

La celestina era una madrina de burdel que administraba los servicios de varias jóvenes, versión canónica de la literatura que Jorge Ibargüengoitia eternizó para la literatura mexicana en Las muertas, novela cuyas protagonistas fueron “las poquianchis”.

Choferes, mozos, jardineros, recaderos, lazarines, ayudantes, guaruras, etceterilla, corresponden a cargos que de manera sexista se otorgan preferentemente al género masculino. Tal vez por eso posean nomenclatura distinta a sus contrapartes féminas... choferas, mozas, jardineras, recaderas, lazarinas, ayudantas, guaruras, etceterilla.

Y es por eso que a mí me gustaría saber con qué nomenclatura reinscribiría un “servicio civil de carrera” al séquito de Migue Alonso, al de Ricardo Monreal, donde personas como Julia Olguín, Lizbeth Márquez o la célebre Blanquita, aparecen sobrepagadas, digo, en el desempeño real que muestran/o mostraron durante el sexenio monrealista, que ya concluye...

Y sigan enviando sus entradas para los concursos iniciados en La Ruda pasada... “Judas Monreal, ya que falta” Y ¡qué falta!, también, para que venga el festival cultural cubano... Pero ahí les debo este comentario...

Si las tatarabuelas de La Ruda hablaran:

Corrupción que no has de beber, déjala correr
A mala corrupción, buen cara
Para buena corrupción, no hay mal pan
No hay corrupción que dure cien años, ni pueblo que la resista
Corrupción que se duerme...
A corrupción conocí pero a honestidad, nunca vi
A corrupción de rodillas; al rey de pie, y al demonio en el canapé
A la corrupción lo que es digno de Dios y a la cama la sobrecama
A corrupción rogando y con el mazo dando
A corrupción se le dan las quejas, y al diablo las disparejas
A corrupción sin ciencia y sin conciencia, no le salva la inocencia
A corrupción alabo si no vuelve el rabo
La corrupción para los peces, para los hombres, vino a montones
A corrupto que no conozcas, no le pises la cola
A bien corromper bien pagar
A buen corrupto buen abrigo
A buen corrupto te arrimas, buena sombra te cobija
A buen corruptor pocas palabras bastan
A corrupción y sin engaño, para mí quiero el provecho y para ti el daño
A corrupción vieja no se le saca paso